lunes, 2 de septiembre de 2013

PERPLEJO

Abandonado en una galaxia deshabitada, vivía su soledad como lo hacen los náufragos: con pocas esperanzas de ser rescatado, muy atento a que los cocoteros repletos de tristezas no se cayeran sin querer y le atizaran en su propio coco, y muy atareado también realizado todos los días un sin fin de minúsculas proezas que parecían no llevar a ningún sitio y que a nadie importaban. Los fines de semana excursionaba su mente –vale decir que sacaba de excursión su mente- por los alrededores del lugar llegando, a veces, a las fronteras mismas del universo conocido, allí donde nacen y mueren los poetas y allí donde la vida se vacía cobrando un nuevo sentido. Luego volvía a su cueva, pero más feliz y un poco más perplejo.

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