Se
sentía cansado. También se sentía vacío y como triturado por el ir y venir del
absurdo y la perplejidad. Para colmo de males, amaneció rodeado por una
atmósfera general de necesaria tristeza que respiraba con la naturalidad propia
de los de su especie, a un ritmo aproximado de trece veces por minuto. En
resumen, un día de mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario