El agua y el fuego se podrán juntar a condición de que tenga lugar
un acto de pureza único y decisivo; tal hecho vendrá de la mano de un huracán
ciego y vertiginoso que todo lo arrasará. Tal era su creencia. Dicho esto,
conviene aclarar que el páramo, el desolado y desnudo paisaje de sentimientos
en el que llegó a convertir su vida, tenía mucho más que ver con su afán por la
abstracción que con sus creencias.
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