…Caen
del cielo soliloquios de miedos y excrementos que se amontonan por los suelos
de modo que, al final, hasta el más tonto se escurre propiciando un feo moratón
en la nalga derecha de Nureyev… Liberados los demonios de las azoteas
neuronales, llueven lágrimas de ceniza tartamuda…y así una detrás de otra hasta
que, aturdido, pierde la noción de las plagas que padece. Pero tampoco eso le
salva: la inconsciencia contable no impide en modo alguno que los trozos de
fiebre se acumulen en sus ojos. Y llora. Digamos en su favor que nunca, nunca,
dejó de amamantar el sueño.
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