viernes, 5 de junio de 2015

LA LUZ DE UNOS FAROS


Buscó, pero no había cielo. Salió por fin a las calles envueltas en bruma, y sintió cómo el frío le penetraba. No abrió la boca durante todo el camino. Quería resguardar así la sutil melodía, el sabor a mar que seguía intacto en la punta de su lengua tras el tsunami de besos en el que se vio envuelto. Al doblar la esquina hizo ademán de cruzar, pero sólo llegó a intuir la luz de unos faros que le traspasaban.

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