Engulle el olvido los recuerdos, desnudándolos de tiempo y vida. De igual forma, mueren los suspiros al saberse olvidados, mudando de vientre ante la vaga promesa de un nuevo deseo. Indistinto a sí, indiferente al sueño, se imaginó árbol de arena sin sombra, y reposó su cuerpo fingido e irreparable al regazo del hastio.
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