jueves, 12 de mayo de 2011

LA SIESTA

Con indolencia, dormía la brisa su acostumbrada siesta, permaneciendo durante este tiempo como colgada de nubes en una suerte de desmayo mudo y socarrón. Su sonrisa, de normal caprichosa y esbelta, se mecía ahora infiel a sí misma, en medio de una calma extática y vacía, repleta de nubes, almohadas y espumas. Más que notarse, el silencio del patio se podía oír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario