En el retrato, aquél al que llamaban el del alma prudente tenía aspecto de caudillo
descendiente de caudillos. Aunque no tuvo mujer, ya que en su cercanía nadie infundió sueño a nadie para que en plena dormidera le sacaran una costilla de su costado más siniestro, sus estigmas en forma de cincuenta y tres bolsillos y tos meticulosa hablaban por él.
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