lunes, 30 de mayo de 2011

CREER EN EL INVIERNO

Los solsticios y equinocios del frío quedaban más allá de toda comprensión y, tal que un día como hoy, había que tener mucha fe para creer en el invierno. Pero era realista. La luna entraba por la ventana de la cocina y, aún con inquietud y algo de miedo, debía reconocer que la desconsoladora sensación de lo rigurosamente inclemente no era sólo un mito. El frío existía y estaba en esos ojos que rehuían los suyos.

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