Tan gris y malhumorado estaba el día, que apenas si podía distinguirse la línea divisoria entre el mar, el cielo, y el más allá. La tierra se agitó, el océano gemía en torbellinos voluptuosos, y las compuertas de los cielos parecían a punto de abrirse. Ni que decir tiene que Cala Torta lucía en todo su esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario