sábado, 7 de mayo de 2011

UN EXQUISITO GAJO DE TIEMPO

Después de llevarse a la boca un exquisito gajo de tiempo, las ojeras de abandono seguían ahí. Probó todo: abalorios de juguetería, trabajitos de magia blanca y negra, jarabe de barro y ajonjolí,…pero el suplicio seguía retumbando en su vientre y el zócalo de su deseos, hemisféricamente divididos, no daba muestras de mejoría. Iba a intentarlo de nuevo, cuando sus ojos inobservados quedaron heridos por la luz del sol.

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