En estado de edad perfecta, y embutida en su elegante cuerpo de mujer blanca, lucía un traje azafrán palabra de honor, y palabra de honor que aquel cobrador de deudas de dudoso cobro no daba crédito a lo que estaba viendo. Yo tampoco. Algo ocultaba esa deidad cretense mientras ofrecía al tipo del frac una buena porción de su mejor sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario