sábado, 6 de agosto de 2011

FUE LA PIEL

Dejó la voz y la piedra, y esta vez fue la piel, la sola piel, la que navegó sin norte al vaivén de un mar dormido y eterno. Fue la piel, digo, la que bogó perdida hasta tropezar con unos ojos grandes y oscuros, como dos lagos nocturnos, en los que ahogó la luz que se derretía sobre sus ojos. Pero fue lágrima, que dejo sobre la sombra una huella extraña, la que se llevó la peor parte.

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