Olvidó al simio satisfecho que un día sintió frío y se hizo amor. Quiso olvidar también, pero no pudo, los semblantes pálidos y eficazmente tristes de aquellos que no aman, hasta que terminó olvidando su pequeña verdad y convirtiendo el olvido en la única forma que encontró de continuar amándola. Pero eso fue al final. Antes fue deseo, un deseo tácitamente renovado en cada respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario