En activa parsimonia, muy coherente con su modo de ser y estar en el mundo, se llenó de ella en una sola visión, y fue así, en medio de un denso enjambre de zozobras, como se hizo el amor. Pero todo fue un suspiro. Bebió de su inhumana soberbia hasta que una sombra inhabitada y desnuda se hizo infinita, y ahora notaba cómo aquél despojo de amor vivía en él sus últimos días.
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