Como muestra de su desdén hacia la inconsciente avaricia de lo oscuro, mordió la vida con ganas, y fruto de tal bocado se quedo a solas con el recuerdo de las palabras, o a veces más a solas aún, sin palabras, sin recuerdos. Así estaban las cosas hasta que la piedra de aquella mirada cayó en sus ojos, y sus ondas, como una melodía prometida, se fueron abriendo paso en su pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario