Andaba como de costumbre, falto de experiencia en las cosas de este mundo y pensando en mil cosas tan inadecuadas como necesarias, cuando se le ocurrió sacar su alma del cajón y ponerla allí donde el sol y las gentes pudieran verla. Luego amaneció y anocheció, y torno a anochecer y amanecer muchas veces, pero no pasó nada. Su pellejo parecía un poco más enchinado, pero no pasó nada.
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