Nadie se reía de su desgracia, ya que aún siendo uno de esos hombres que leen mucho y andan más, resultaba sin embargo que veía más bien poco y sabía menos de lo que veía. La razón de su mal fario hay que buscarla en que vivía el presente, y sólo el presente, con una escrupulosidad fuera de lo común. Vacío tanto de descuidos pasados como proyectos futuros, languidecía mohíno de tanto ahora.
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