Entre los enjambres de las palabras y de objetos con los que solía jugar una vez desayunado, el piano y el cochecito gris ocupan un lugar especial. Claro que, a la hora de la verdad, toda esa delicadeza filológica y conceptual le servía de muy poco. Como otros tantos personajes cercanos y doloridos, sufría la vida más que vivirla, y más de una vez se le vio paseando en busca de un hueco por ese viejo cementerio que nunca estuvo vacío.
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