Sudores
de acuarela, lejía y café, sueños desbordados…nada del otro mundo. En realidad
no hacía más que arrastrar las palabras y los colores experimentando con los
múltiples envejecimientos que anidaban en su interior. La trascendencia estaba
lejos y el frescor que provenía de la cripta no dejaba lugar a dudas: de
llegar, el tan ansiado instante de la redención llegaría demasiado tarde.
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