domingo, 16 de junio de 2013

TINIEBLAS

Más que su extensión, lo inefable, lo que realmente movía a espanto, era la exactitud misma con la que las tinieblas se adueñaban de su alma. Claro que el contexto -la fragancia mezcla de estiércol y petróleo, el cuchicheo de las ratas, la absoluta negritud que dominaba la estancia - también ayudaban lo suyo a que el miedo se adueñara de los últimos confines de sus neuronas. Luego llegaron esos ojos. Si es verdad que los muertos recuerdan, el recuerdo de aquellos ojos perdidos mezcla de nitrato y grano de soja, estaba garantizado. 

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