Desprevenido
en su sueño, le ve dormir. Y le imagina hilando lunas desdentadas e indagando
sobre los secretos mecanismos que sustancian la luz. Rebosa su boca jarabe del
tamarindo y juraría haber visto alrededor del mosquitero una coreografía de
picotas y aceitunas ensayando su próxima ópera bufa. Tumbado en la ronca arena
del parque le ve dormir, y maquina cómo hacerle partícipe de su fábrica de
besos.
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