Como
un dragón a punto de perecer por un ataque de sed viva, se revolvía entre las
sábanas imaginando mil formas de escapar íntegro a tanta y tanta necesidad
acumulada. Solución lo que se dice solución no encontró ninguna, de forma que
no le quedó otra que habituarse a vivir al borde mismo del volcán, disimulando
ante propios y extraños los síntomas de la quemazón, y estando lo que se dice
sin llegar a estar, muerto de ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario