sábado, 29 de junio de 2013

PISA LA TIERRA SIN SABERLO


Aletargadas y temerosas, las palabras se reunieron en una gran asamblea y se propusieron razonar a propósito de ciertos asuntos referidos a los seres en cuyas gargantas nacen. Las sensaciones no fueron buenas. Lejos de sentirse seguras, barruntaban la inminente derrota del lenguaje y la que más o la que menos se sentía distante y muy propensa en general al desasosiego. Cuando la última habló y la asamblea quedó disuelta se escuchó con claridad y precisión diamantina el grito silencioso de quien lo ha perdido todo y, como el sol, pisa la tierra sin saberlo.

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