En
invierno la familia se reunía frente a la chimenea y veían arder los troncos de
pino o de encina. En verano era igual, pero el encuentro tenía lugar frente a
las aspas del ventilador. Pues bien, fue en un día de verano, precisamente
cuando dormitaba frente al ventilador, que el ángel se le apareció a Antonio por
primera vez. Y el ángel no dijo nada. En la siguiente tampoco dijo nada, pero
portaba una trompeta de la cuál hizo uso para recrearse en un solo que sonaba
muy parecido a la “Siesta” de Miles Davis. El mensaje estaba claro, y no hubo
una tercera.
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