domingo, 27 de octubre de 2013

AUTOPSIA

Antes de que iniciara aquella especie de cruzada o conspiración contra sí mismo, podía decirse que primaba en él una cierta sensación de felicidad de naturaleza carnal, una impresión ésta que tenía su origen en el reconocimiento explícito de la propia imperfección. Así las cosas no es de extrañar que, llegada la hora de la autopsia, entre los recovecos y pliegues de su piel se encontraran, además de soledad, abundantes restos de pesares de muy distinto tipo capaces de satisfacer, en lo que a pluralidad se refiere, los gustos más exigentes.

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