Quebrado el sueño, sus ojos se abrieron sólo para constatar el tedio de la noche. Y fue en ella, en la más pura de las noches, donde se adentró aquel flaco y aquejado corazón. Tendrían que haber visto aquella víscera como, sin tiempo ya para el error, venciendo el cansancio, su destino y su todo, marchó lejos a través de las sombras para echar raíces en otras almas.
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