sábado, 29 de marzo de 2014

EL TIEMPO


El tiempo no espera a nadie. Esta actitud, aparentemente tan despiadada, tiene de bueno que, a cambio, no espera nada de nadie. Cada gusano va creando su constelación de vacíos. Son lugares repletos de luz y nácar donde los metazoos van depositando su confianza en la eterna maternidad del agua, al tiempo que generan un tumulto de arrugas que amenaza con ahogarlos. Cada oruga, en cada tiempo, hace lo que puede. Y en eso consiste es la historia.

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