domingo, 16 de marzo de 2014

OBNUBILADO


Obnubilado el cerebro, se agitaba inconsciente de la zeca a la meca buscando emociones, impresiones y estados de ánimo que alimentaran ese biorritmo cardiaco, onírico e irracional que tanto era de su agrado y que le ponía a mil. No siempre lo lograba. Al final del día, con intención transparente, apagaba la luz de la mesilla y podía por fin secarse un agüilla molesta que, proveniente de los ojos, no sabría decir si eran de lágrimas o de sudor.

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