lunes, 4 de agosto de 2014

ÉXTASIS


Cerró los ojos y dijo sí ante los misterios de lo eterno, que se manifestaban a escasos centímetros de su boca en forma de unos labios repletos de carne y de indestructibles promesas amor. A imagen y semejanza de la nada, sustraído de sí mismo y del mundo, se dejó llevar por las espirales de deseo que sirven de fundamento a los arcaicos sacramentos del abrazo, la caricia y el beso. Roto, haciendo abstracción de todo, cualquiera diría que en pleno éxtasis, escuchó en su interior una melodía silenciosa y sutil, y pidió iniciarse en los misterios de la ternura y el placer. Cuando, agotado de tanta comunión salvaje, pudo por fin abrir los ojos, le fueron desvelados uno tras otro todos los enigmas del amor. Ni que decir tiene que murió feliz, de puro gusto.

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