Cautivos y desarmados, los últimos rayos de luz perecen víctimas
de una guerra circular, rancia e inútil. El sangriento ritual se cumple con
exactitud matemática y, una vez más, las poderosas tinieblas se expanden para
ocupar su lugar en el mundo. Su voz no hace vibrar el aire. Va oscureciendo, la
noche se acerca, y hay veces en que es mejor no saber.
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