Como si de un león marino se tratara, vivía encaramado al iceberg
de su corazón, y sobre él deambulaba de un lugar a otro al vaivén de las
corrientes y de los misteriosos mecanismos que gobernaban aquel reino de aguas
heladas. Cualquiera que hubiera tenido la ocasión de asomarse a sus ojos los
hubiera visto muy hundidos y oscuros, y hubiera podido apreciar también cómo
comunicaban sin pretenderlo una poderosa sensación de melancolía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario