martes, 10 de febrero de 2015

CHOCHECES


Conforme avanzaban los años y aumentaban las chocheces, notaba cómo la abulia y la falta de nervios iban empañando su alma de un fatalismo supersticioso. Era una mezcla de tontería y maldad debido a que, especialmente esta última, no duerme. Si no ponía pronto remedio a este estado de cosas, acabaría legando al demonio un alma renegrida en exceso y unos ojos color ceniza -como el del alba que apenas si acaba de reventar en un frío día de invierno- vacíos de amor. Y eso sí que no. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

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