viernes, 13 de febrero de 2015

EN ESE PRECISO SOPLO


Nada sabía del deseo cuya ausencia quema y destruye la carne humana. Aun así, misteriosos vapores escapaban de su semblante. Era como si, en el mismo instante, todas las células que conforman su estructura biológica quisieran decir algo, cada una algo distinto. Era una cafetera a punto de estallar que decía cosas incomprensibles mientras miraba el sombrero –cosas como que él era el perchero y el perchero era el padre- y tenía los ojos de alguien a quien no le importaría morir en ese preciso soplo.

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