lunes, 2 de febrero de 2015

COSAS EXTRAÑAS


Que en el mundo había cosas extrañas era algo de sobra conocido. El hueco que tenía en el lóbulo de la oreja, por ejemplo, era una de esas cosas raras, pero como se veía poco y nunca hablaba de ello lograba que la rareza pasara desapercibida. Una mañana, sin embargo, no pudo evitar ser el centro de atención de todos. Después de un sueño muy parecido al de la muerte, la felicidad misma de sentirse vivo le hizo despertar siendo propietario de un rostro extraordinariamente bello, un rostro que desde luego no era el suyo y al que poco a poco tuvo que irse acostumbrando.

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