martes, 24 de febrero de 2015

FRAGILIDAD


Su fragilidad era asombrosa. Los remordimientos y la congoja fluían libremente en su interior, sin que tuviera a mano ningún dios ante quien arrodillarse. Sus labios, otrora húmedos de deseo, estaban secos y huérfanos de sabor, y en su mente flotaban multitudinarias procesiones de caricias perdidas. Desde el corredor de la planta alta podía oír el susurro de las hojas caídas en el jardín, y allí donde había jacintos creía ver alergias, y allí donde habitaban las orquídeas no veía más que soledades. Tras la puerta, los perros olisqueaban el miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario