viernes, 16 de mayo de 2014

EL CUARTO DÍA


Tenía la mala costumbre de quererle todos los días, pero las costumbres, especialmente las malas costumbres, requieren como es sabido de una observancia cuasi religiosa. Quizás fuera esa la razón por la que se sentía oprimida, aturdida y por momentos desesperada, por un gran peso de naturaleza indefinible. Añoraba una región del espacio-tiempo templada y algo menos ventosa, pero ni modo. Lo cierto es que era el cuarto día, y los coágulos de sangre seguían doliendo.

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