La
inexpresiva soledad de la que hacía gala tenía su origen en una mezcla letal de
culpa y pasión que, en perfecta alternancia, sacudía con violencia todas y cada
una de sus células. El resultado final era un cúmulo de ansiedades y agonías
que, si bien en apariencia parecían siempre nuevas, en realidad no eran sino
réplicas del mismo desastre originario. Se empeñaba en entrar por donde todos
los demás salían, y tamaña osadía exigía venganza.
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