jueves, 23 de abril de 2015

AQUELLA MUJER


Sus arterias estaban grasientas y los latidos del alma, a pesar de su apariencia sosegada, se desplegaban con sospechosa irregularidad en su caja torácica. A nadie le extrañó que un mal día el impulso la abandonara y se sintiera atraída  por las oscuras profundidades de un vacío desconocido. Excepto hecha del día de autos, siempre tuvo la sensación de llegar tarde a todo. Quizás eso explique el hecho de que, aún a pesar de que nunca fuera iniciada en los hechizos de la vida, aquella mujer, en sus formas, pareciera infinita.

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