viernes, 3 de abril de 2015

PALABRAS ORGÁNICAS


Aquel poeta tendía a sentirse culpable sin que supiera exactamente por qué. La causa de esa tendencia convicta, más que con una intencionalidad física o en razones de naturaleza teológica, había que buscarla en un estado especial del alma que le procuraba tranquilidad, mucha tranquilidad. Su conciencia de reo permanente explicaría también ese afán tan suyo por colocar el cuerpo dentro de la palabra: troceaba su cuerpo en partes y lo iba remitiendo a su interlocutor, a través de una especie de extraña comunión dialéctica, camuflando la carne y la sangre en el interior de cada palabra, que de esa forma se convertían en palabras orgánicas. Esa y no otra era su peculiar forma de pensar el mundo y de vivir en él.

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