lunes, 6 de abril de 2015

SOSIEGO


Los recuerdos se agotaban. Llegaba a su fin ese combustible que la había permitido vivir sin dejar de ser quien era. Cada vez tenía que irse más y más lejos en la memoria del tiempo para poder capturar allí ciertas imágenes –su padre y ella pescando a trasmallo en el río, el campo de aviación de la Luftwaffe a las afueras del pueblo, el hambre, la ración de pan de centeno- en la que reconocerse como protagonista de un ser con pasado. Pero la angustia era momentánea. Bastaba con contemplar aquél sosiego envidiable, el monótono zumbido del aire acondicionado reverberando sobre su rostro dormido, para comprenderlo.

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