miércoles, 22 de abril de 2015

CORDURA


Para centrarse, para encontrar un equilibrio sereno, buscaba a la menor oportunidad el centro de sí mismo. Pero un día las nubes, que parecían teñirlo todo de gris, otro día su manifiesta torpeza, el caso es que las horas pasaban, llegaba la hora de irse a la cama, se miraba al espejo, y descubría que no había nada nuevo. Era la misma cara de siempre, el mismo gesto, más o menos a mil kilómetros de distancia de la cordura más cercana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario