martes, 22 de septiembre de 2015

CABALGAR LA TINTA


Una vorágine de voces bastardas cabalgan la tinta, y como andan ciegas de luz y necesitadas de sueño, deciden seguir el rebufo que la impronta de niebla negra va dejando sobre las sombras. Digámoslo ya:  esas no son maneras de escribir. Las procesiones de letras difuntas se amontonan sobre las fosas electrónicas, asépticas, sin glamour, y así no hay forma de hilar una historia decente por mucho que los gin-tonic entren en trance. Termina la tarde y sobre la pantalla sólo quedan secuelas de exabruptos, trozos de limón, y un cierto instinto de supervivencia estrictamente personal y de muy dudoso gusto.

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