A menudo se embotaba con pensamientos que
le desvelaban; vale también decir que padecía reflexiones de todo tipo y
condición que cubrían su mente con un velo pegajoso y cabrón que le impedía
conciliar el sueño. Y era así, embotado y algo exangüe, como solía dormirse ya
bien entrada la noche, mientras miraba al techo e imaginaba mil imágenes que acontecían
entre las humedades de aquel olimpo antaño tan blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario