miércoles, 2 de septiembre de 2015

OLIMPO


A menudo se embotaba con pensamientos que le desvelaban; vale también decir que padecía reflexiones de todo tipo y condición que cubrían su mente con un velo pegajoso y cabrón que le impedía conciliar el sueño. Y era así, embotado y algo exangüe, como solía dormirse ya bien entrada la noche, mientras miraba al techo e imaginaba mil imágenes que acontecían entre las humedades de aquel olimpo antaño tan blanco.

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