domingo, 13 de septiembre de 2015

SIESTA


En lo más fresco del jardín, encogido como un ovillo de algodón entre hortensias gigantes, desapareció presa de un sueño profundo, como de niño bueno. Él, el más pequeño de los pájaros, vivía enjaulado, no recuerda cómo logró escapar, volaba ya, pero algo irrumpió su ensoñación. En aquella hora de siesta, la realidad que se apoderaba de él tenía forma de silencio sobrecogedor.

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