Fue al tercer día, justo después de que el vacío y una oscuridad
sin resquicios se apoderara de todo, cuando el concepto puro, algo poderoso y
carente de sustancia, se apoderó del interior de Yusuke. El eco de sus
pensamientos desnudos reverberaban inútiles en su cabeza. Trató de ir hacia la
luz, desistió de pensar incluso, sin ningún éxito. El tiempo se encogía, se
expandía, fluctuaba de forma caprichosa, hasta que finalmente dejó de sentir
celos del mundo real y sólo quedó el estruendo de unos latidos perdidos en la
oscuridad.
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