miércoles, 23 de diciembre de 2015

ÁMBAR

En sus ojos reinaba un ámbar negro y transparente. No obstante de este fenómeno verdaderamente extraordinario, lo relevante en el caso de estos sensores era el hecho de que ambos vivieran en una suerte de eternidad ausente de sentido donde el tiempo y sus acólitos –los mártires, los héroes, los sabios- quedaban convertidos al solo contacto con aquellas vistas en meros espantapájaros atados cada cual a una mentira más o menos lustrosa. Así estaban las cosas hasta la tarde en que se mató. Cierto es que al día siguiente las cosas estaban igual, pero ya se empezaron a escuchar algunos rumores de cambio.

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