El lento trascurrir de las horas triangulares le llevó a pensar
que algún día llegaría a ser como quería ser, y entonces se abandonaría. El día
llegó. Su cuerpo fue capturado por las sombras y transportado a las paredes de
la estancia. Mucho tiempo después, los que se acercaban a aquellos tabiques aún
podían oler la esencia misma de la plenitud y del miedo.
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