Los parajes boscosos en los que se desarrolla su locura, a pesar
de su grandiosidad, no le hacen sentirse superior a nadie. Por el contrario,
cualquier atisbo se gloria se disuelve apenas asoma por su la cabeza como un hielito
a la luz del Sol. En sus momentos de mayor lucidez es consciente de que sólo podría
puede sustentarse en sí mismo, y que en eso su locura se asemeja a las obras de
arte. Así las cosas, simula disponer de un orden interno, aunque con escaso
éxito.
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