El Jefe de Servicio de Divisiones Regionales y Delegaciones
Provinciales vivía enclaustrado en una burbuja de intemporalidad sin historia,
una suerte de eternidad venida a menos, cuya principal virtud residía en la
tranquilidad de espíritu que procuraba. Con todo y eso, hoy era un día especial
en la vida de don Ángel Pro. En la zona más oscura y profunda de su ser se intuía
que ese artilugio dotado de atributos realmente prodigiosos, esa suerte de
nueva realidad que aparecía hoy por primera vez ante los ojos de todo el cuerpo
de funcionarios del Ministerio de Agricultura y que respondía al nombre de Fax,
no podía sino acarrear un sinfín de aceleraciones, sinsabores y desgracias sin
fin. Otra vida, de la que no tenía nada claro que quisiera ser partícipe,
comenzaba hoy.
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